Porque corres, encerrado en ti mismo, como si todo ahí
dentro tuviera importancia, vas mirando tus zapatos, no te pierdes un
pensamiento, porque cada uno de ellos es importante, sí, es importante. Ves tus
pies, pero no la hierba que los moja, no está ahí, no existen todos esos millones de filamentos que viven pegados al suelo.
Algo está golpeando suavemente tu ceño, un constante frío ardiente. El pensamiento se pierde, ya no hay oriente ni occidente y el manto de filamentos se torna blanco, los ves, están ahí. Desaparecen tus zapatos, aunque estén parados, mas ves tus palmas abiertas mirando hacia arriba, intentando recoger el hielo que se deshace porque arde, pero no te quema. Y no te hace falta pisar tu sombra en busca del instante, ahí lo tienes, te envuelve. Pese a su inmensidad, no te aplasta, te levanta la mirada y de tu espalda sale una V de pájaros dejando atrás tu cabeza. Dejando atrás tu cabeza.
Algo está golpeando suavemente tu ceño, un constante frío ardiente. El pensamiento se pierde, ya no hay oriente ni occidente y el manto de filamentos se torna blanco, los ves, están ahí. Desaparecen tus zapatos, aunque estén parados, mas ves tus palmas abiertas mirando hacia arriba, intentando recoger el hielo que se deshace porque arde, pero no te quema. Y no te hace falta pisar tu sombra en busca del instante, ahí lo tienes, te envuelve. Pese a su inmensidad, no te aplasta, te levanta la mirada y de tu espalda sale una V de pájaros dejando atrás tu cabeza. Dejando atrás tu cabeza.
Rotundellus
No hay comentarios:
Publicar un comentario