viernes, 15 de junio de 2012

I


Caminamos estructuras que concretan el espacio, que nos cobijan, que nos ordenan. Andar la opacidad. La esfera ocupada, lo que en la mirada concurre, proyección de las cejas al cielo.

La
      opacidad
                        es
relativa.

Pasear circular y pausadamente por el interior de una estancia elevada. Acariciar al gato que descansa sobre unas quemadas hojas amantes del cartón duro. Muros de piedra. Sólida roca perfectamente encajada por unas manos nacidas de la imperfección, capaces de moldear la música, también de fundir el mundo. Pulsar los treinta y cuatro filamentos metálicos cuyos semitonos no logran evadirte de un pensamiento. La opacidad es relativa, y aunque le das la espalda al referente, éste deja pasar la luz, pese al plomo, pese a los esmaltes. Un día te descubres, casi por azar, rebuscando en el amplio desorden. Tu vista traspasa los medios tonos y se expande en el desgobierno. Y las manos que separaron el espacio consumadamente, rompen muros hacia lo diáfano.


She Moved Through the Fair






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