viernes, 22 de junio de 2012

Con título


Es verdad, vivimos en un barrio, en un pueblo, en una ciudad, comunidad, país.
Es verdad, vivimos en el amplio mundo, en el oscuro universo, somos un punto tan ínfimo, que no hay medida tan pequeña que nos mesure. Nos hacemos de aquí o de allá, de esta manera, de la otra, pero lo cierto es que somos todos lo mismo. Sí, somos lo mismo, lo más parecido con lo que compararnos. Unos frente a otros a través de un cristal con índice de refracción cero.

Somos entes en movimiento, pero hay cosas que permanecen. Sí, permanecen.
Dicen que se crean vínculos entre las personas. Digo que se crean personas alrededor de un vínculo. El Golem existe en el concepto de cosmos.

Mientras, nos movemos.

Y yo, después, ahora, allí, aquí, noto el lleno que desencadenó un vínculo, que conformó puzles de carne, huesos, entrañas, piel y vivos cerebros. La grandeza de esos puntos infinitesimales. Rompecabezas de Alicia tomando té con el conejo y el Sombrerero Loco, de París, un nunca tan literario edificio de hacienda, una botella de vino más que correcto, un paquete de Smints y otros tantos. Alguien separó estas piezas, las mezcló y volvió a unirlas otra vez con resultado sorprendente. No hay nada mejor que ver tus piezas repartidas, ver sus piezas en ti. ¿He dicho ya que no hay nada mejor?
Hay una verdad en todo esto, y es que las piezas separadas, mezcladas y repartidas compartieron vidas anteriores, vidas contemporáneas, conservan la esencia de los cuerpos que habitaron, y aunque estén lejos, permanecen.






1 comentario:

  1. Permanecer es todavía estar en ese lugar del que ya te has ido en el sentido físico. No hay nada más bello que saber que uno permanece, aunque los demás viajen. Tú permaneces, a pesar de los espacios que estén aquí o allá. No diré que nos dejas muchas cosas, diré que muchas cosas siguen siendo, seguirán, gracias a lo indescriptible. Las uniones persisten en el desinterés, en la naturaleza del gesto, entonces sabes que hay realidad en ello.

    La verdad del puzle está en el que observa. El hilo. El tronco. No importa qué tipo de rama seamos y si nos ha crecido una flor, un fruto o una hoja. Sólo la savia.

    Yo creo en lo invencible como creo en el silencio y en la ausencia. Todo son partes de lo mismo. Del permanecer fuerte ante los huracanes.

    Sigue escribiendo (y -me, en tinta)

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